Es difícil mantenerse firme y seguir callando aquello que queremos decir para evitar herir a la gente a la que apreciamos en el pasado, o que...seguimos apreciando?
Tratamos de guardar un pesado silencio que impida que se desate una guerra absurda que no nos va a llevar a ningún lado, a pesar de saber que ese silencio sólo nos lleva a estar en paz mientras en nuestro interior tenemos que luchar con nosotros mismos. Pero en el fondo sabemos que es más fácil esperar que el tiempo desgaste esas piedras que arrastramos colgadas en nuestro cuello y que finalmente nos deje movernos libremente.
Esa pesada carga, nos despierta en plena noche con el odio clavado por lo que deseamos decir y no decimos, por lo que nos ha dañado y no hemos curado, por lo que nos gustaría cambiar y solucionar y no hemos solucionado. No se puede vivir con esa duda creciendo en nuestro interior porque en el fondo sabemos que no forma parte de nuestro ser, y sin embargo sabemos que la única forma de solucionarlo, "solventarlo" es dejandolo salir. Pero peor sería vivir con la sensación de haber cometido un error irremediable por no haber podido mantener el control de nuestros actos.
Debemos mantener nuestra mente fría, nuestros actos calculados, nuestras palabras medidas, porque, como se suele decir, somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras.
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